Accionistas de Banco Popular
Contemos la verdad conocida sobre la compra de la entidad financiera.
La prudencia es un principio asociado a la sabiduría y a la experiencia. En situaciones de inestabilidad y confusión son muchas las voces que se alzan, mucho el ruido y pocas las certezas.
Desde que en el 31 de Mayo de 2017 llegó al despacho de la Señora Köning -Autoridad Única de Supervisión Bancaria- un informe en el que se advertía la “necesidad de mantener en constante observación” de la actividad del Banco Popular, se ha generado una gran polémica. Los diarios informaban de que aquel dossier incluía la “posibilidad de encontrar un comprador” para el caso de colapso de la malherida entidad.
A partir de esta información, los prudentes depositarios y algunas instituciones decidieron ir sacando su dinero del Banco Popular. Los primeros goteos se convirtieron rápidamente en vías de agua acompañadas de un desplome bursátil. El martes 6 de Junio de 2017, a las 15:30 horas el Banco notificaba al Supervisor la ruptura de las líneas de liquidez. A las 21:30 el Banco Central Europeo reconocía la situación de “falta o probable falta de liquidez”. Activada la intervención del Banco el mismo día y hora, se pone en marcha la “operación acordeón” frente a los accionistas del banco que busca evitar el colapso de la entidad.
La piedra angular de toda la operación descansaba en la confianza de encontrar un salvador: a las 6 de la mañana del miércoles 7 de Junio el Banco Santander se ofrecía a comprar el Banco Popular por el simbólico precio de un euro. A las 7 de la mañana del mismo día la oferta era aceptada. A las 8 de la mañana el Banco Popular abría sus puertas con normalidad. Se ponía fin así a una de las cacerías bancarias más célebres de nuestra historia reciente.
Ahora bien, pongámonos en sus zapatos. Los suyos, los del accionista, los del dueño, los de todos aquellos que suscribieron ampliaciones de capital en febrero o en mayo de 2016 de la sexta entidad bancaria del país. La prensa económica no deja de publicar ríos de tinta con todo tipo de rumores y en muchas ciudades se suceden las conferencias, los encuentros, las entrevistas y las reuniones con información contradictoria y, en muchas ocasiones, oportunista.
Hay todo tipo de consejos para los antiguos accionistas del Banco Popular. En la mayoría de las ocasiones, cuando la información no es unívoca, es equívoca.
Si ustedes acuden a las fuentes oficiales y se toman la molestia de leer la comparecencia de la Señora Köning en la Comisión de Asuntos Económicos y Financieros del Parlamento Europeo el pasado 11 de julio de 2017 se darán cuenta de que la operación fue perfilada a lo largo de la semana anterior a la compra.
La definición del status jurídico en que quedan los antiguos propietarios de Banco Popular queda en manos del Banco Santander: la tarde del 13 de julio de 2017 el Grupo Santander anunció la creación de bonos de fidelización para los inversores minoristas que adquirieron acciones y deuda subordinada del Popular en el período comprendido entre el 26 de mayo de 2016 y el 21 de junio de 2016.
¿Es un acto de justicia? ¿De piedad? ¿O en realidad encierra un privilegio por el que nuevo dueño cierra y abre el grifo de manera premeditada y calculada para evitar la existencia de grandes grupos negociadores que representen los derechos de los antiguos accionistas?
No lo duden, sólo tenemos una certeza: el euro que pagó el comprador incluye el Banco y el lenguaje. Si les parece un buen negocio comprar el sexto banco del país por un euro, definir las condiciones de los anteriores propietarios no tiene precio. Comprar entidad y discurso permite aplicar la preciosa reflexión de Bertrand Russell: “La humanidad tiene una moral doble: una que predica y no practica, y otra que practica y no predica”.
Hay muchas dudas y especulaciones sobre el futuro del Popular, la situación en la que quedarán sus empleados, los planes del Grupo Santander, etc. Quienes suscribimos no tenemos ninguna duda de que el nuevo propietario sabrá utilizar perfectamente su ventaja y desde Boadilla del Monte irán echando agua o carbón al fuego para lograr la llama que en cada momento interese.
Por ello la prudencia en este momento es fundamental. Desde el punto de vista procesal existen dudas importantes sobre la legitimación pasiva, la jurisdicción y la competencia. Desde el punto de vista material, no existe aún ninguna certeza de que las reclamaciones vayan a ser estimadas.
Si usted ha suscrito cualesquiera de las ampliaciones de capital del año 16 o si usted ha comprado acciones del Banco Popular recientemente, aún tiene de 3 a 5 años para ejercitar sus derechos ante los Tribunales. Precipitarse en este momento puede exponerle a gastos absurdos. En todos estos casos hay un coste del nerviosismo que pagan los primeros minoristas que definen el tiro.
Se impone, por tanto, un principio de actividad por omisión, de hacerlo todo sin hacer nada, de aguantar y esperar, como esperaba Delibes los días de caza de noviembre, a que la niebla levante y el sol ilumine el páramo: “La naturaleza tiene sus fueros, ya se sabe”.
Entre los primeros compases de los valses del Strauss del concierto de Año Nuevo se colaba la noticia de que el informe de Deloitte, piedra angular de la operación, no se hizo en 6 semanas, sino en 10 días. El 2 de febrero, sin haberse filtrado el informe, Deloitte advertía que el plazo para la elaboración del informe había sido “extremadamente corto” y que no había sido posible analizar “toda la información crítica”.
"Es la preocupación por las posesiones, más que ninguna otra cosa, lo que evita que el hombre viva noble y libremente”; a medida que el tiempo pasa y que se va decantando la nube de polvo informativa tenemos más argumentos para esperar con prudencia unos meses más antes de que usted, el accionista, tome una decisión.
En este sentido aun a principios de marzo de 2018, recomendamos prudencia. Hay que esperar a ver cuánto de “altamente incierta y provisional” era la cifra que daba el informe de Deloitte. En todo caso, sin los agobios de la prescripción de acciones, esperemos pacientemente a ver los movimientos procesales de los grandes fondos de inversión.
Es el momento de esperar, pero esperar ojo avizor.
J. Silverio Sandoval
Abogados Aguilar